Tras cumplir 16 años de prisión en prisión, a Soledad Real le fue prohibido residir en Barcelona, por lo que en compañía de su marido, Paco Reabato, que era madrileño optaron por instalarse en Madrid, en el barrio del Lucero, donde la familia de Paco tenía una pequeña casa. Así fue como Sole inició una estancia en esta ciudad que duró más de la mitad de su vida.


Por este motivo, porque era tan madrileña como catalana, se pensó en hablar con sus amigas y amigos y extender el homenaje a la ciudad que la acogió. Se iniciaron los contactos con dos entidades íntimamente relacionadas son Soledad: la Librería de Mujeres y el Centro Cultural de la Mujer del Lucero.

Y de nuevo se repitió la misma aptitud receptiva apoyando el proyecto de homenaje. Todo fueron facilidades. La Librería delegó en la Fundación Entredos donde debería realizarse el acto. Se puso la fecha, 23 de septiembre de 2009, y se realizó una convocatoria que hizo que el Entredos se llenara por completo.

La mesa estaba compuesta por Elena Lasheras Pérez de la Librería de Mujeres, Rosa Bofill de la Secretaria de la Dona de CCOO de Catalunya, Lola López del Centro Cultural de la Mujer del Lucero y Carmen Plazuelo coordinadora del Área de Historia de la Fundació Pere Ardiaca.

En una cantonada del local. l'amiga Ana Domínguez Loschi ... ... ..., una taula per vendre els llibres. Ella, Elena Lasheras i Raquel (directora de l'Entredos) van treballar amb molt d'afecte amb Carmen, de la FPA, perquè res sortís malament.

En una esquina del local instaló, la amiga Ana Domínguez Loschi………, una mesa para vender los libros. Ella, Elena Lasheras y Raquel (directora del Entredos) trabajaron con mucho cariño con Carmen, de la FPA, para que nada saliera mal.

La sensación cuando pisamos el Centro fue la de encontrarse en casa. Así fuimos recibidas y recibidos. Besos, abrazos, felicitaciones por el trabajo realizado y nervios por el acto que estaba a punto de comenzar. Aquí pudo instalarse la exposición, que consta de 14 plafones, y la sala contigua, siendo grande, se quedó pequeña.

La mesa se convirtió en un semicírculo y fue la más amplia en cuanto a ponentes. Sobre la tarima se encontraban las anfitrionas; Lola López, Elena González, Teresa Valencia, Maruja Mendez de la Rosa, Alicia Cabezudo y Nuria Iñiguez y los historiadores Fernando Hernández Holgado y Josemi Lorenzo Arribas. Cerraba la mesa Manuel Moreno, responsable del Área de Historia de la Fundació Pere Ardiaca.

El estado de animo de las y los allí reunidos era cambiante, casi todas conocieron a Soledad Real, por lo que de la risa se pasaba a la tristeza y a la emoción contenida. Se corearon las canciones del video y se aplaudió con entusiasmo por un trabajo que, más que nunca, era colectivo, de todas y todos.

Se cerraba así la primera parte de este proyecto y se inició una segunda parte en la que el objetivo es la de llegar al mayor número de personas, al mayor número de entidades. Queremos que se conozca la lucha de Soledad Real, por que es un gran ejemplo de esa generación de irreductibles luchadoras.

Sería tremendamente injusto no mencionar a algunas personas que nos han ayudado sin reservas y que no han sido nombradas hasta ahora.

José Luis Martin Ramos, historiador que describió en el libro “Las ventanas de Soledad Real” la época que le tocó vivir a Sole. Laura Sintes, amiga de Soledad en sus últimos años y que recogió las últimas entrevistas. Almudena Grandes, que participó en el documental y cuyo deseo hubiera sido poder estar en los actos de Madrid, Carmen Alborch que también nos acompañó en el documental. Marta Selva, Presidenta del Institut Català de la Dona que nos apoyó desde un inicio, Shirley Mangini a la cual la distancia no le impidió dar su testimonio, Lidia Falcón que nos contó de la militancia feminista, Neus Català, superviviente de los campos de exterminio nazi y compañera de Partido de Sole, Víctor Díaz Cardiel del PCE que aportó su testimonio. A todas las compañeras del Centro Cultural de Mujeres del Lucero cuyos nombres no tenemos pero que aportaron cuanto pudieron.

No hablaré de mis compañeras y compañeros de la FPA porque saben lo que pienso de su trabajo y de su dedicación al proyecto. No hay mejores camaradas. Pero si recogeré el entusiasmo de Antonia, Pilar, Rosario y Lluís Monerris en nuestras andanzas madrileñas.

Ha sido una experiencia poder hacer tantas amigas y amigos. Eso también te lo debemos, Sole.
Estamos contentos pero no satisfechos. Seguiremos luchando por que se reconozca “oficial y legalmente” que fuiste una luchadora por la libertad y por la igualdad.Nos empuja el cariño pero también la lucha por la justicia.

No olvidamos, Sole, no olvidamos.