Biografía de Soledad Real (castellano)
Soledad Real nació en 1917 en el barrio barcelonés de la Barceloneta. Su madre era bordadora y su padre un campesino de Almansa, que trabajó como metalúrgico en las calderas de la empresa “La Maquinista Terrestre y Maritima”. El barrio de la Barceloneta era un barrio con una red social muy amplia que iba desde los pescadores y estibadores del puerto hasta los obreros que trabajaban en las grandes empresas metalúrgicas, por lo que se había convertido en una de las zonas con los más altos niveles de sindicalización y asociacionismo de la ciudad. Tras una huelga donde participo su padre (militante de UGT), Sole fue expulsada del colegio a la edad de 7 años, y se vio obligada a trabajar de costurera para poder aportar algún dinero a la economía familiar. Todo esto hace que despierte en ella un profundo sentido de clase.
En 1931, con la llegada de la II República, Sole conoce al que sería su primer marido Rafael García, que es el que la inicia en la militancia política. En 1933 ingresa en la Juventud Comunista, organización juvenil del Partit Comunista de Catalunya (PCC), sección catalana del Partido Comunista de España (PCE) y en el Club Avanti de la Barceloneta. Fue precisamente en Avanti donde Sole comenzó a leer literatura política y a participar en actividades de la célula.
Con el estallido de la Guerra Civil, Soledad pasa a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Su trabajo se concentró en la retaguardia. Organizaba y ayudaba en las barricadas, hechas de balas de algodón y cartón, en el Paseo de la Barceloneta. Al principio trabajaba en su barrio atendiendo a los heridos, buscando médicos y vendajes, abasteciendo las barricadas, asaltando almacenes para conseguir comida, cocinando, cogiendo ropa tendida para dársela de recambio a los milicianos.
Durante la guerra civil, Soledad fue la responsable de las mujeres del Comité Local de la JSU, concretamente en la “Comissió de la Dona de l’Executiu” cuya sede se encontraba en el Hotel Colón, en la Plaza Cataluña. Hacia el final de la contienda, cuando las tropas sublevadas entraron en Barcelona y comenzó la evacuación hacia Girona y Francia, Soledad ayudó en lo que pudo a facilitar la salida de los republicanos. Fue la responsable del camión con el que llegaron hasta Figueres (Girona), donde el camión sufrió un accidente al caer dentro de un socavón, recuerdo de una de las bombas lanzadas contra las columnas de civiles que salían hacia el exilio. Sole consiguió pasar la frontera francesa y llegar hasta los campos de refugiados situados en la Bretaña. Tenía 21 años.
Estuvo en los campos de Le Pouligen i Moisdon de la Rivière, donde las condiciones eran infrahumanas. En 1939, una vez iniciada la II Guerra Mundial, el gobierno francés decidió trasladar a los refugiados, de manera forzosa, a los campos del sur. Sin embargo las dificultades solo habían comenzado ya que las tropas del Tercio francés obligaron a Soledad y a sus compañeras a entrar en España por el puente de Hendaya. Era el año 1940.
De vuelta al país por la fuerza, se dirigió a Barcelona, donde empezó la reorganización, en la clandestinidad junto con otras compañeras que también habían sido expulsadas de Francia, del partido comunista que en Cataluña se llamaba Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y de sus juventudes.
Tras un año de esfuerzos por organizar el partido, el 23 de agosto de 1941 fue detenida Soledad y parte importante de su grupo, siendo conducidos por la policía a la comisaría de Vía Layetana donde recibieron todo tipo de torturas, humillaciones, vejaciones e interrogatorios a lo largo de 28 días. Su compañero sentimental y de partido, Josep Fornells, muere asesinado a golpes en esta comisaría. Sole tenía 24 años. De la comisaría, fue trasladada a la cárcel de mujeres de Les Corts, donde permaneció recluida hasta el verano de 1943. Casi dos años en los que sufrió hambre y donde la superpoblación de las presas las mantenía hacinadas con unas condiciones higiénicas extremadamente penosas. En 1943 fue trasladada, tras una corta estancia en la prisión de Torrero de Zaragoza, a la prisión de Las Ventas en Madrid y de allí a la de Alcalá de Henares, donde la juzgó un tribunal militar junto a los más de cincuenta comunistas que componían su expediente. La condenaron a treinta años de cárcel por un delito contra la Seguridad del Estado.
A partir de los años 40 empezaron a llegar a la cárcel de Ventas mujeres de origen campesino acusadas de haber colaborado con la guerrilla antifranquista. Este colectivo tenía un alto índice de analfabetización por lo que las presas mas letradas se encargaban de escribir y leer la correspondencia de sus compañeras más desfavorecidas. Soledad quedó muy conmovida con las experiencias que habían sufrido estas mujeres, (pues en el mundo rural las represivas franquistas fueron muy distintas: purgas de aceite de ricino, pelados al cero etc.), y puso todo su empeño en alfabetizar a todas aquellas presas que no supieran leer ni escribir.
Tras dos años en Las Ventas, en 1946, fue trasladada a la prisión de Málaga donde conoce a Manolita de Arco, y a través de ella comienza una relación epistolar con otro preso comunista que años después acabaría convirtiéndose en su marido, Francisco Rebato “Paco”. Como en esta prisión la mayoría de presas son políticas, se organizan entre ellas creando talleres y guarderías, además de la escuela de alfabetización de la que se encargará Soledad. Tras dos años en la prisión de Málaga, fue trasladada a la cárcel de Segovia donde permanecería otros ocho años . La cárcel de Segovia fue una de las más insalubres. En ella se protagonizaría una de las huelgas de hambre con más repercusión del momento. Finalmente fue enviada a pasar el último año de prisión nuevamente a la cárcel de Alcalá de Henares.
El 16 de junio de 1957, dieciséis años después, Soledad salió en libertad condicional y se instaló en Madrid. Tenía la prohibición expresa de volver a Barcelona. Pasó a residir en el barrio del Lucero y se casó con “Paco” Rebato.
En 1961 es detenido, nuevamente, su marido por actividades contra el régimen, y Soledad también conoce las penurias económicas ya que con su pequeño sueldo debe sobrevivir y viajar para visitar a Paco en las distintas prisiones a las que éste es enviado.
A partir de 1965 el régimen franquista impulsa (dirigida por la sección femenina) la creación de asociaciones de amas de casa. El Partido Comunista, para poder infiltrarse en asociaciones legales, insta a sus militantes para que participen en dichas asociaciones, creando lo que se llamó “Movimiento Democrático de Mujeres”. Sole entra en la asociación planteando debates polémicos como carestía de vida, guarderías, colegios, mercados y todo aquello de lo que carecía el barrio. Empieza el proceso de concienciación feminista que le acompañará el resto de su vida. En 1970 participa en la Asociación Castellana de Amas de Casa y Consumidoras, y frecuenta el Club de Amigos de la UNESCO (CAUM).
Fue cogiendo cada vez un papel más importante en las diferentes asociaciones hasta que organizó un trabajo de sensibilización y organización en su barrio, luchando por un local propio para las mujeres para, una vez conseguido, crear el Centro Cultural de las Mujeres del Lucero. Hoy todavía existe.
A nivel personal es una época donde viaja con Paco y los camaradas del Partido a países como Yugoslavia, Rusia, Cuba, Francia, Argentina, etc., para enriquecerse con otras realidades (hay varios escritos de su puño y letra donde explica las reflexiones de cada una de las culturas diferentes que conoce).
A nivel político centra su lucha en la defensa de los derechos de la mujer, entra en contacto con la Librería de mujeres de Madrid, donde estudia los textos clásicos feministas. En 1999 se presentó como candidata al Parlamento Europeo por el Partido Feminista.
Durante unos años se dedica a dar charlas y conferencias hablando de las mujeres en las cárceles y la represión de la dictadura. En Madrid es reconocida por su labor y recibe varios premio como El Rosa Manzano, Ana Torán, etc de manos del Presidente J.L.R.Zapatero.
Por problemas de salud, se traslada a vivir a Barcelona para estar cerca de sus familiares. Una vez aquí entra en contacto con la Fundació Pere Ardiaca que la hace socia de honor y tiene el privilegio de poder contar con ella para la organización de varios actos donde se resaltan los valores de la República y la importancia de dar la palabra a todas/os aquellas/os que sufrieron la más terrible de las represiones, la falta de libertad.
La madrugada del martes 6 de febrero de 2007 murió Soledad Real a la edad de 89 años.
Recuperar su ejemplo nos parece importante, máxime cuando después de toda una vida de lucha por una sociedad más justa, no consiguió nunca lavar su expediente y recibir el homenaje institucional que sin duda merecía.
Sobre su vida se han editado dos libros:
“Las cárceles de Soledad Real” de Consuelo García. Ed. Alfaguara 1982
Se trata de una visión personal de la autora sobre la vida de Soledad.
“Soledad Real (1917)” de Fernando Hernández Holgado. Biblioteca de Mujeres. Ediciones del Orto 2001
Es una pequeña semblanza del personaje.
Y ha dado inspiración a otros, como por ejemplo "La voz dormida" (Alfaguara-2002) de Dulce Chacón.
En 1931, con la llegada de la II República, Sole conoce al que sería su primer marido Rafael García, que es el que la inicia en la militancia política. En 1933 ingresa en la Juventud Comunista, organización juvenil del Partit Comunista de Catalunya (PCC), sección catalana del Partido Comunista de España (PCE) y en el Club Avanti de la Barceloneta. Fue precisamente en Avanti donde Sole comenzó a leer literatura política y a participar en actividades de la célula.
Con el estallido de la Guerra Civil, Soledad pasa a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Su trabajo se concentró en la retaguardia. Organizaba y ayudaba en las barricadas, hechas de balas de algodón y cartón, en el Paseo de la Barceloneta. Al principio trabajaba en su barrio atendiendo a los heridos, buscando médicos y vendajes, abasteciendo las barricadas, asaltando almacenes para conseguir comida, cocinando, cogiendo ropa tendida para dársela de recambio a los milicianos.
Durante la guerra civil, Soledad fue la responsable de las mujeres del Comité Local de la JSU, concretamente en la “Comissió de la Dona de l’Executiu” cuya sede se encontraba en el Hotel Colón, en la Plaza Cataluña. Hacia el final de la contienda, cuando las tropas sublevadas entraron en Barcelona y comenzó la evacuación hacia Girona y Francia, Soledad ayudó en lo que pudo a facilitar la salida de los republicanos. Fue la responsable del camión con el que llegaron hasta Figueres (Girona), donde el camión sufrió un accidente al caer dentro de un socavón, recuerdo de una de las bombas lanzadas contra las columnas de civiles que salían hacia el exilio. Sole consiguió pasar la frontera francesa y llegar hasta los campos de refugiados situados en la Bretaña. Tenía 21 años.
Estuvo en los campos de Le Pouligen i Moisdon de la Rivière, donde las condiciones eran infrahumanas. En 1939, una vez iniciada la II Guerra Mundial, el gobierno francés decidió trasladar a los refugiados, de manera forzosa, a los campos del sur. Sin embargo las dificultades solo habían comenzado ya que las tropas del Tercio francés obligaron a Soledad y a sus compañeras a entrar en España por el puente de Hendaya. Era el año 1940.
De vuelta al país por la fuerza, se dirigió a Barcelona, donde empezó la reorganización, en la clandestinidad junto con otras compañeras que también habían sido expulsadas de Francia, del partido comunista que en Cataluña se llamaba Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y de sus juventudes.
Tras un año de esfuerzos por organizar el partido, el 23 de agosto de 1941 fue detenida Soledad y parte importante de su grupo, siendo conducidos por la policía a la comisaría de Vía Layetana donde recibieron todo tipo de torturas, humillaciones, vejaciones e interrogatorios a lo largo de 28 días. Su compañero sentimental y de partido, Josep Fornells, muere asesinado a golpes en esta comisaría. Sole tenía 24 años. De la comisaría, fue trasladada a la cárcel de mujeres de Les Corts, donde permaneció recluida hasta el verano de 1943. Casi dos años en los que sufrió hambre y donde la superpoblación de las presas las mantenía hacinadas con unas condiciones higiénicas extremadamente penosas. En 1943 fue trasladada, tras una corta estancia en la prisión de Torrero de Zaragoza, a la prisión de Las Ventas en Madrid y de allí a la de Alcalá de Henares, donde la juzgó un tribunal militar junto a los más de cincuenta comunistas que componían su expediente. La condenaron a treinta años de cárcel por un delito contra la Seguridad del Estado.
A partir de los años 40 empezaron a llegar a la cárcel de Ventas mujeres de origen campesino acusadas de haber colaborado con la guerrilla antifranquista. Este colectivo tenía un alto índice de analfabetización por lo que las presas mas letradas se encargaban de escribir y leer la correspondencia de sus compañeras más desfavorecidas. Soledad quedó muy conmovida con las experiencias que habían sufrido estas mujeres, (pues en el mundo rural las represivas franquistas fueron muy distintas: purgas de aceite de ricino, pelados al cero etc.), y puso todo su empeño en alfabetizar a todas aquellas presas que no supieran leer ni escribir.
Tras dos años en Las Ventas, en 1946, fue trasladada a la prisión de Málaga donde conoce a Manolita de Arco, y a través de ella comienza una relación epistolar con otro preso comunista que años después acabaría convirtiéndose en su marido, Francisco Rebato “Paco”. Como en esta prisión la mayoría de presas son políticas, se organizan entre ellas creando talleres y guarderías, además de la escuela de alfabetización de la que se encargará Soledad. Tras dos años en la prisión de Málaga, fue trasladada a la cárcel de Segovia donde permanecería otros ocho años . La cárcel de Segovia fue una de las más insalubres. En ella se protagonizaría una de las huelgas de hambre con más repercusión del momento. Finalmente fue enviada a pasar el último año de prisión nuevamente a la cárcel de Alcalá de Henares.
El 16 de junio de 1957, dieciséis años después, Soledad salió en libertad condicional y se instaló en Madrid. Tenía la prohibición expresa de volver a Barcelona. Pasó a residir en el barrio del Lucero y se casó con “Paco” Rebato.
En 1961 es detenido, nuevamente, su marido por actividades contra el régimen, y Soledad también conoce las penurias económicas ya que con su pequeño sueldo debe sobrevivir y viajar para visitar a Paco en las distintas prisiones a las que éste es enviado.
A partir de 1965 el régimen franquista impulsa (dirigida por la sección femenina) la creación de asociaciones de amas de casa. El Partido Comunista, para poder infiltrarse en asociaciones legales, insta a sus militantes para que participen en dichas asociaciones, creando lo que se llamó “Movimiento Democrático de Mujeres”. Sole entra en la asociación planteando debates polémicos como carestía de vida, guarderías, colegios, mercados y todo aquello de lo que carecía el barrio. Empieza el proceso de concienciación feminista que le acompañará el resto de su vida. En 1970 participa en la Asociación Castellana de Amas de Casa y Consumidoras, y frecuenta el Club de Amigos de la UNESCO (CAUM).
Fue cogiendo cada vez un papel más importante en las diferentes asociaciones hasta que organizó un trabajo de sensibilización y organización en su barrio, luchando por un local propio para las mujeres para, una vez conseguido, crear el Centro Cultural de las Mujeres del Lucero. Hoy todavía existe.
A nivel personal es una época donde viaja con Paco y los camaradas del Partido a países como Yugoslavia, Rusia, Cuba, Francia, Argentina, etc., para enriquecerse con otras realidades (hay varios escritos de su puño y letra donde explica las reflexiones de cada una de las culturas diferentes que conoce).
A nivel político centra su lucha en la defensa de los derechos de la mujer, entra en contacto con la Librería de mujeres de Madrid, donde estudia los textos clásicos feministas. En 1999 se presentó como candidata al Parlamento Europeo por el Partido Feminista.
Durante unos años se dedica a dar charlas y conferencias hablando de las mujeres en las cárceles y la represión de la dictadura. En Madrid es reconocida por su labor y recibe varios premio como El Rosa Manzano, Ana Torán, etc de manos del Presidente J.L.R.Zapatero.
Por problemas de salud, se traslada a vivir a Barcelona para estar cerca de sus familiares. Una vez aquí entra en contacto con la Fundació Pere Ardiaca que la hace socia de honor y tiene el privilegio de poder contar con ella para la organización de varios actos donde se resaltan los valores de la República y la importancia de dar la palabra a todas/os aquellas/os que sufrieron la más terrible de las represiones, la falta de libertad.
La madrugada del martes 6 de febrero de 2007 murió Soledad Real a la edad de 89 años.
Recuperar su ejemplo nos parece importante, máxime cuando después de toda una vida de lucha por una sociedad más justa, no consiguió nunca lavar su expediente y recibir el homenaje institucional que sin duda merecía.
Sobre su vida se han editado dos libros:
“Las cárceles de Soledad Real” de Consuelo García. Ed. Alfaguara 1982
Se trata de una visión personal de la autora sobre la vida de Soledad.
“Soledad Real (1917)” de Fernando Hernández Holgado. Biblioteca de Mujeres. Ediciones del Orto 2001
Es una pequeña semblanza del personaje.
Y ha dado inspiración a otros, como por ejemplo "La voz dormida" (Alfaguara-2002) de Dulce Chacón.
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